Día a día, el número de automóviles se ve incrementado en cada una de las ciudades cosmopolitas del mundo entero. Calles, rutas y accesos se vuelven un continuo fluir de vehículos, en el que no faltan los embotellamientos, y la espera. ¿Cómo lograr que nuestra travesía, no se transforme en un calvario?
Necesitarás
Paciencia
Música
Planificación
Para comenzar
Es necesario entender que más importante que llegar primero, es llegar sano y salvo y sin dosis extremas de estrés, más aún si estamos comenzando el día. ¿Por qué no disfrutar el viaje y sus posibilidades?
Paso 1
Puedes optar por escuchar tu música favorita, o descubrir nuevos estilos musicales. Una buena opción, es preparar durante el fin de semana, un CD con temas que te gustaría disfrutar al conducir. El momento de dirigirnos a nuestros trabajos, puede ser el oportuno para deleitarnos con buena música. Otra alternativa, es elegir una radio. De esta manera estaremos aprovechando para ponernos al día con las últimas noticias, al tiempo que despejaremos nuestra mente.
Paso 2
Al contrario de lo que se piensa, generalmente los carriles rápidos, son los que acaban por embotellarse con más asiduidad. Mantente en el carril lento, evitando la ansiedad por llegar. Al cabo de algunos instantes verás, como al atascarse los carriles rápidos, avanzas de manera más ágil y apacible. Mantén una velocidad constante que te permita ir al ritmo de la marcha, y evitar detenerte bruscamente ante cada estancamiento.
Paso 3
Planifica la noche anterior, caminos y accesos diferentes. Así evitarás el tedio de la rutina, conociendo nuevos lugares, y atajos que te serán útiles en otras oportunidades. El camino más largo, puede convertirse en el más rápido y placentero al momento de conducir en horas pico. Prueba salir con algunos minutos de antelación, o de retraso, evitarás el mayor caudal de tráfico. Al emprender el retorno a casa, ten en cuenta que ese trayecto, ya implica parte del final de tu día. Disfrútalo, encuéntrale la vuelta.
Nota de color
¿Por qué los embotellamientos? La razón está en la velocidad y el frenado. Al circular a una velocidad constante y vernos en la obligación de reducirla por alguna razón, frenamos bruscamente. Lo que implica que aquellos detrás nuestro, también lo hagan, ocasionando un efecto en cadena.
Necesitarás
Paciencia
Música
Planificación
Para comenzar
Es necesario entender que más importante que llegar primero, es llegar sano y salvo y sin dosis extremas de estrés, más aún si estamos comenzando el día. ¿Por qué no disfrutar el viaje y sus posibilidades?
Paso 1
Puedes optar por escuchar tu música favorita, o descubrir nuevos estilos musicales. Una buena opción, es preparar durante el fin de semana, un CD con temas que te gustaría disfrutar al conducir. El momento de dirigirnos a nuestros trabajos, puede ser el oportuno para deleitarnos con buena música. Otra alternativa, es elegir una radio. De esta manera estaremos aprovechando para ponernos al día con las últimas noticias, al tiempo que despejaremos nuestra mente.
Paso 2
Al contrario de lo que se piensa, generalmente los carriles rápidos, son los que acaban por embotellarse con más asiduidad. Mantente en el carril lento, evitando la ansiedad por llegar. Al cabo de algunos instantes verás, como al atascarse los carriles rápidos, avanzas de manera más ágil y apacible. Mantén una velocidad constante que te permita ir al ritmo de la marcha, y evitar detenerte bruscamente ante cada estancamiento.
Paso 3
Planifica la noche anterior, caminos y accesos diferentes. Así evitarás el tedio de la rutina, conociendo nuevos lugares, y atajos que te serán útiles en otras oportunidades. El camino más largo, puede convertirse en el más rápido y placentero al momento de conducir en horas pico. Prueba salir con algunos minutos de antelación, o de retraso, evitarás el mayor caudal de tráfico. Al emprender el retorno a casa, ten en cuenta que ese trayecto, ya implica parte del final de tu día. Disfrútalo, encuéntrale la vuelta.
Nota de color
¿Por qué los embotellamientos? La razón está en la velocidad y el frenado. Al circular a una velocidad constante y vernos en la obligación de reducirla por alguna razón, frenamos bruscamente. Lo que implica que aquellos detrás nuestro, también lo hagan, ocasionando un efecto en cadena.
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